Gracias a Totó la Momposina
Ella es parte de nuestra historia. Es parte de mi historia. Ha estado ahí desde que tengo memoria con su ritmo ancestral, con esa voz imposible de describir y que se tiene que escuchar y sentir. Esa voz hecha de mar y playa, de río y sol. Totó la Momposina recoge un pedazo de lo que somos y lo que tenemos en el alma de este país. Esa que se paseó de su mano por escenarios del mundo.
En mi memoria ella permanece siempre al lado de la Negra Grande de Colombia. A las dos aprendí a escucharlas mucho antes de entender la magnitud de lo que sus voces significan en un mundo en donde la diversidad ha sido motivo de discriminación y brechas inmensas. Antes de saberlo estaban ellas con su fuerza y su sabor relatando lo que somos.
Ahora que Totó se retira de la música, como anuncia su familia, quise escucharla de nuevo. Repasé su música, me moví en el tiempo con La candela viva, El Pescador y Prende la vela. Sentí en mi cuerpo esas ganas de moverme y de bailar al ritmo de los tambores y las gaitas. Recordé también cuando la entrevisté una vez. Mi cerebro fue incapaz de seguir el ritmo de sus palabras. Ella, toda, era un torrente de ideas y de cuentos que brotaban a borbotones. Era como si tuviera por dentro todas las historias heredadas y quisiera regalarlas al mismo tiempo. Me quedé corta siguiendo su relato y pasé dificultades para encajar tanta palabra en esos formatos apretados que usamos los periodistas.
La veo ahora en Youtube en distintos momentos de su vida. Los videos me muestran en segundos el paso de los años y las décadas. La veo moverse por el escenario con sus vestidos de colores, con pañuelos y flores en la cabeza. Nunca fui a un concierto suyo y ya nunca iré. Sin embargo, siento que su música me pertenece y ahora que se baja del escenario, con Totó se baja también de ese escenario un retazo de mi historia. Por fortuna sigue ahí cantando y bailando desde los pixeles que la traen una y otra vez. Por fortuna está viva para recibir los homenajes y sentir el afecto de quienes le debemos el goce de la música. Gracias, Totó la Momposina.